jueves, 6 de noviembre de 2008

1. Principios.

-Tienes suerte Brahim, tienes una gran familia con la que compartir tu riqueza. Tu mujer se conserva joven y hermosa, aún cuando ya te ha dado tres hijos encantadores.

El mercader sonrió ante la afirmación, mientras seguía con la mirada las evoluciones de sus hijos a lo largo del jardín interior. Hakim, su único descendiente varón, se descolgaba cabeza abajo desde la copa de uno de los arboles, extendiendo su mano para ayudar a la pequeña Nadira a trepar por el tronco. Mientras tanto, Dalila, haciendo uso de la escasa autoridad que le otorgaba ser la primogénita, les ordenaba que bajasen imitando el tono de voz de su madre.

-No puedo contradecirte, Hares. Reconozco que el Morador del horizonte me ha concedido un buen camino a recorrer.

-Supongo que es difícil no tener fe cuando los hados te sonríen.- Respondió el herbolario.

Brahim asintió.

-¿Has pensado ya en su futuro?

El patriarca se quedo pensativo durante unos instantes, aunque no pudo evitar sonreír cuando vio como su esposa cruzaba una de las puertas del patio interior.

-¿El de los niños?

-¿De quién si no?- Hares sonrió amablemente.

-Sí, supongo que sí. Dalila es la más responsable de los tres. Ella llevará las cuentas cuando yo no esté. Hakim…

-¿De qué habláis?- Fátima había llegado ya a la mesa, y se disponía a sentarse.

-Del futuro de nuestros hijos.- Respondió con un gesto orgulloso Brahim.

Fátima sonrió visiblemente. Estaba orgullosa de su progenie y era algo que se volvía obvio cuando se pasaba horas observando cómo jugaban, sin hacer nada más.

-Como iba diciendo, Hakim sería un buen marino. Es valiente, hábil y tiene iniciativa.

Los tres adultos observaron sonrientes las evoluciones de Hakim por las ramas del árbol, mientras ayudaba a su hermana pequeña a seguirlo.

-¿Y Nadira?- Consultó el herbolario.

-Esa es una buena pregunta. Me preocupa que tome tanto ejemplo de su hermano, podría querer seguir sus pasos.

-Esa no es vida para una dama.- Intervino Fátima.

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